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Torre de Fuente Alhama

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torre fuente Alhama

Torre de Fuente Alhama

Al oeste de Fuente Alhama, entre los términos municipales de Luque y Priego de Córdoba, se levanta otra de las torres medievales que adornan el campo de Priego.

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TORRE DE FUENTE ALHAMA, EN EL TÉRMINO DE PRIEGO

       Al oeste de Fuente Alhama, entre los términos municipales de Luque y Priego de Córdoba, se levanta otra de las torres medievales que adornan el campo de Priego. Conocida como torre de Fuente Alhama o simplemente Torre Alhama, se asienta en las bruscas pendientes que miran a levante de la Sierra Alcaide y a gran altura con respecto al entorno. Es de forma cilíndrica, de unos 10 metros de altura y 4,5 metros de diámetro. Su aparejo está formado por bloques de piedra caliza sin apenas tallar, colocados según su forma y revestidos en gran parte de su superficie por una argamasa bastante sólida y dura. En esta torre también se aprecian las verdugadas formadas por lajas de piedra y otros cantos y cascotes que sirven a veces de cuñas a los sillares y bloques de piedra, dispuestas en intervalos de 40 a 60 centímetros de distancia.

Según Alfonso Sánchez y Julián Hurtado de Molina (Torreones y fortificaciones del sur de Córdoba, Cajasur, 1994), se trata de un caso excepcional, ya que la torre se encuentra macizada en su totalidad y carece de cualquier clase de abertura, ventana o puerta que permitiera el acceso o la fácil vigilancia, funciones que muy bien podrían llevarse a cabo mediante una escalera o escala desmontable que permitiera escalar hasta lo más alto de la atalaya.

Llegar hasta la torre directamente desde Fuente Alhama, o desde las posiciones de la guerra civil de las que hablamos la semana pasada, es bastante complicado porque la ladera oeste del espolón de Sierra Alcaide donde se sitúa está cubierta por un denso matorral en el que predominan las pinchosas aulagas y no hay sendero alguno. Es mejor avanzar por la carretera CO-8211 en dirección a Esparragal unos 800 metros hasta dar con el camino de acceso a la casa del Llanillo de Romero, y desde aquí emprender el ascenso, dando un pequeño rodeo por el límite del olivar que trepa hacia la sierra por un vallecillo que deja al oeste una pequeña pared rocosa.

Desde la parte más alta del olivar parte un sendero que nos lleva a un collado, y siguiendo hacia el este llegaremos hasta la torre situada en la cota de 650 metros, a través de un pedregoso lapiaz constituido a base de calizas y yesos sobre margas abigarradas del Trías, donde crece una rala vegetación. En todo caso, al estar situada la torre dentro de los límites del Parque Natural de las Sierras Subbéticas, es necesario solicitar autorización y/o informar de nuestra visita a la Consejería de Medio Ambiente.

La posición dominante y estratégica de esta torre le permitía una amplia visibilidad hacia el norte y oeste, que la ponía en comunicación con las tierras de Baena y Luque; al noreste, tenía contacto visual con la Torre del Morchón; por el este, con la Torre Bajera y Torre Alta; y, por el suroeste, con los campos de Priego a través de la Torre de Barcas. Además, le permitía vigilar las feraces huertas de la Fuente Alhama, los valles de los ríos Salado y Zagrilla, y el viejo camino de Priego a la campiña cordobesa, que también comunicaba la misma ciudad de Córdoba con la de Málaga pasando por Priego, Iznájar y Archidona.

Interesante cavidad

A unos cien metros a la izquierda de la torre, en dirección suroeste, penetrando ya en el término de Luque, se ubica la boca de una interesante cavidad conocida como sima de Fuente Alhama. Al lado, vemos un monolito en homenaje a Francisco Padilla García, y es que el 15 de abril de 1981, este espeleólogo perteneciente al Grupo Espeleológico de Priego de Córdoba sufrió un accidente en la sima al soltarse la cuerda por la que descendía, provocándole heridas muy graves que le causarían la muerte una semana después.

Este desgraciado suceso debe servir de advertencia para los curiosos que pretendan penetrar en la sima sin conocimientos ni equipamiento adecuado, ya que se trata de una cavidad que presenta un desarrollo vertical, con un aspecto totalmente caótico a base de bloques gigantescos dispuestos en un equilibrio muy inestable. Los primeros datos conocidos sobre esta sima se remontan al año 1965 durante una expedición espeleológica. La cota mínima de la sima se fijó en –210 m, por tanto, bastante alejado del nivel conocido y topografiado en la actualidad, ya que los últimos trabajos han proporcionado una cota mínima de –157,2 metros y un desarrollo horizontal de 369,44 metros.

La Sima de Fuente Alhama es bastante pobre en espeleotemas, limitándose a algunas formaciones aisladas como coladas, algunas banderas y algunas estalactitas teñidas de rojo por óxidos de hierro, pudiendo apreciarse también algunas colusiones. Sin embargo, existe en la sima un interesante yacimiento arqueológico, con abundante material cerámico localizado en las partes superiores, destacando varios fragmentos que corresponden a un mismo vaso de época neolítica.

José Aumente Rubio

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Por José A. Espejo

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El Cañuelo

Priego. La existencia de este caserío se conoce desde el siglo XVIII y hoy es una tranquila aldea que cuenta con parroquia, ermita y curiosas fuentes que utilizan sus apenas 133 habitantes

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Fuente de la Salud de origen romano

         Unos diez kilómetros al norte de Priego, por la carretera A- 333, se llega a la aldea de El Cañuelo, emplazada sobre terrenos triásicos dominados por margas y yesos. La existencia de este caserío se conoce, al menos, desde el siglo XVIII, si bien todavía a mediados del siglo XIX, Ramírez y las Casas-Deza la definía como cortijada dependiente de Zamoranos, población a la que acudían sus habitantes a escuchar misa y recibir los sacramentos, ya que no tenía ni parroquia ni ermita.

Por aquellos años, la aldea de El Cañuelo tenía más habitantes, ya que contaba con 60 vecinos y 216 habitantes (en la actualidad tiene sólo 133 vecinos) y, al igual que hoy, tenía alcalde pedáneo, que dependía de Priego.

En el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz encontramos más datos de cómo era la aldea en aquella época: se componía de 60 casas agrupadas en dos pisos y de unos 18 pies de altura; en las inmediaciones había algunas viñas y olivares, «estando la parte restante de su demarcación destinada a cereales», y producía trigo, cebada, garbanzos y otras semillas, ganado vacuno y lanar y alguna caza menor.

En la actualidad, El Cañuelo es una tranquila aldea y cuenta con parroquia y hasta una pequeña ermita. En la segunda mitad del siglo XX se edificó en la parte alta del pueblo la iglesia actual, la parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza, edificio moderno de planta rectangular y de gran tamaño, que sustituyó a la antigua ermita, que fue derribada y en cuyo solar se edificó la Casa de la Cultura, que hace las veces de edificio multiusos. Destacan como base de la decoración de esta iglesia las vidrieras diseñadas por el pintor Antonio Povedano, muy vinculado la localidad, que desarrolló un espléndido programa iconográfico basado en los sacramentos. En realidad «el pintor de la luz», como se conoce a Povedano, nació en el Sabariego, una aldea de Alcaudete, pero, huérfano de padre antes de nacer, su madre se trasladó pronto al Cañuelo, donde Povedano vivió hasta que comenzó sus estudios artísticos en Córdoba y luego en Sevilla y Madrid.

Continuando por la calle Fuente, y una vez pasada la almazara, llegaremos a la Fuente Alta, de un caño y con un pilón rectangular, que vierte a otro abrevadero auxiliar. Al lado hay un pequeño lavadero al aire libre, excavado en el suelo y construido con piedras. La fuente originariamente es romana, mientras que las oquedades son posteriores.

Al final de la calle están los depósitos de agua del pueblo, y justo detrás se levanta un cerro conocido como El Pedregal, en el que crecen algunos acebuches y almendros, que se acompañan de escaso matorral de cornicabra, retama y espino negro. Merece la pena trepar hasta lo alto del mismo para contemplar la panorámica de la aldea, rodeada de colinas en cuyas cimas se levantan airosas torres medievales. Si nos fijamos en la roca madre que aflora por todo el cerro podremos ver algunos fósiles de ammonites, y también unas curiosas estructuras excavadas en la piedra a modo de piletas, que, según Fernando Leiva Briones, podrían estar relacionadas con el yacimiento del Cerro de la Mesa de Fuente Tójar, muy próximo y al otro lado de la carretera.

De regreso a la aldea, podemos dirigirnos a su extremo oeste, al Barrio Bajo, concretamente a la calle de la Cruz, donde veremos una pequeña ermita, construcción popular de planta cuadrada y tejado a tres aguas, que cobija la Santa Cruz y una imagen del Corazón de Jesús.

En las afueras de la aldea del Cañuelo, al final de la calle San Luís y al lado del arroyo del Letrado hay otra fuente, conocida como Fuente del Cañuelo Baja, construida en bloques de piedra con un caño de metal y pilón de planta rectangular. Se surte de un manantial situado a unos 20 metros más arriba, y aunque actualmente presenta poco caudal, posiblemente sea debido a la falta de mantenimiento. Al parecer, existía un lavadero bajo la fuente, de gran arraigo.

Fuente de la Salud

Tanto Ramírez y las Casas-Deza como Pascual Madoz hablan de la existencia al noroeste de la aldea de un baño antiguo de argamasa, cuyas aguas son muy útiles para la curación de las enfermedades cutáneas. Podría pensarse que ambos autores se refirieran a la Fuente de la Salud, de época romana, pero ésta se localiza más bien al suroeste y está construida con grandes sillares, en lugar de con mortero.

En concreto, la fuente de la Salud se sitúa un kilómetro bajo el pueblo, en un olivar dispuesto en una pequeña ladera junto al arroyo del Letrado. Se trata de una fuente de origen romano, cuya cronología se sitúa entre el siglo I a.C. y el II d.C., por lo que constituye un testimonio de arquitectura hispanorromana temprana de gran valor en el marco de la provincia de Córdoba. Actualmente, en la fuente sigue manando agua, tal como viene ocurriendo desde hace dos mil años.

Esta fuente permaneció enterrada hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX, cuando, al parecer, el agricultor de la propiedad, haciendo sus labores, la descubrió y desenterró. Se publicó entonces alguna información sobre el hallazgo por parte de un autor local, sin mayor trascendencia. Debido a su ubicación, su existencia era desconocida por el Servicio Municipal de Arqueología hasta que en 1994, Rafael Carmona Ávila, arqueólogo municipal de Priego de Córdoba, llevó a cabo nuevas prospecciones y se realizaron medidas de protección y restauración, catalogándose como monumento de interés arqueológico. Consiste en un estanque rectangular, a modo de pequeño aljibe, construido con sillería de gran tamaño, colocada a seco en origen, con muestras de almohadillado irregular.

José Aumente Rubio

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